Monday, November 16, 2020

Doctora Amparo, November, 2020

 

La soledad: un problema de salud

A pesar de ser ésta la era de la comunicación y de la hiperconectividad, el ser humano se siente cada vez más sólo. Nos encontramos ante esta gran paradoja: estamos conectados con el mundo entero y, sin embargo, nos sentimos cada vez más solos. En ese punto parece que la tecnología y los dispositivos de comunicación que ya forman parte de nuestra vida diaria, tienen también esa cara oscura: el aislamiento.

El poeta inglés JOHN DONNE (1572-1631) escribió en un famoso poema: “Ningún hombre es una isla por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo”… “Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti." (Fragmento)

Y así es. Estamos interconectados y necesitamos sentirnos parte del todo. No somos puntos aislados en el universo. 

No somos islas, formamos parte de una sociedad y, aunque tratemos de evitarlo, nuestros actos tienen una repercusión directa o indirecta sobre los demás. Así como los actos de los demás tienen una influencia directa en nosotros.

Muchos pensadores y artistas se inspiraron en este poema de John Donne para pensar sobre la conexión del hombre con su ambiente.

El teólogo y poeta americano Thomas Merton escribió un libro titulado “Los hombres no son islas” en el que describe nuestra profunda vinculación con las personas que nos rodean.

Así mismo,  Ernst Hemingway utilizó uno de los versos del poema de John Donne como título para su famosa novela: "¿POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS?".

La cuestión es que en la actualidad el tema del aislamiento y de la soledad del ser humano sigue siendo un punto de reflexión y de preocupación no sólo para filósofos y artistas, sino para los profesionales de la salud. Muchos investigadores de la salud están generando estudios para comprender el peso que la soledad tiene en la salud integral del ser humano.

El uso permanente de las redes sociales y de las diversas apps que nos proveen de una aparente comunicación y de caudales de información instantánea, tiene también un efecto desolador: el efecto de provocar un estado de aislamiento emocional y afectivo.

La soledad, el sentimiento de soledad es justamente eso: un estado de aislamiento emocional y afectivo. Se puede estar rodeado de personas, pero si no se tiene un lazo de intimidad afectiva con ninguna de ellas aparece el sentimiento de soledad.

En un estudio realizado en Estados Unidos se observó que el 46% de los estadounidenses padece ocasionalmente de soledad, es decir, de la sensación de sentirse separados o fuera de algo. Los investigadores que realizaron la investigación concluyen que esto es un nivel casi epidémico de soledad.

El puntaje más alto en la escala (48) predominó entre la generación Z, que incluye a las personas que tienen en la actualidad entre 18 y 22 años, mientras que, sorprendentemente, las personas de 72 años o más reportaron sentirse menos solas, con un score de 39.

En un estudio llevado a cabo en el Reino Unido se encontró que los riesgos asociados a sentirse solo son superiores a fumar 15 cigarrillos al día. Además se halló una relación entre la soledad y el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas. Los investigadores afirman que la soledad suele causar que la gente tenga menos estímulos mentales, ya que estos estímulos son ocasionados por el contacto con los demás. Y esta falta de estímulos, a la larga, deteriora el estado cognitivo de la persona.

Otra investigación afirma que en los individuos que se sienten solos o tienen pocas conexiones sociales el riesgo de morir antes de los 70 años aumenta al 50%.

Todas estas investigaciones apuntan a ver en la soledad crónica y prolongada un factor que puede afectar la salud mental y física de la persona.

El énfasis está ubicado en que el ser humano tiene la necesidad de tener conexiones sociales satisfactorias. No se trata de la cantidad de gente que nos rodea sino de la calidad de los vínculos que construimos. Se trata de ser capaz de establecer vínculos con un nivel de intimidad emocional satisfactorio, ya sea con amigos, familiares o con la pareja. Es la calidad de los vínculos la que nos hace sentir conectados con los demás.


¿La tecnología nos hace más felices?

La tecnología avanza a una velocidad extrema. Ocupa nuestras vidas. Nos seduce.   Nos obliga a aprender y a modernizarnos. La rapidez es un valor en el mundo actual. Todo hay que responderlo ya. En el universo contemporáneo todas las personas han visto modificadas sus vidas por la introducción y por el uso de diversos dispositivos tecnológicos.

Este avance crece en todas las áreas, pero en el campo de la comunicación su desarrollo ha sido enorme. Desde la llegada de los Smartphone nada es lo mismo. Ya no nos comunicamos de la misma forma que antes. Todo cambió. Hasta nuestra percepción del tiempo y del espacio es otra.

Las pantallas nos capturan. Nos cautivan. Nos entretienen. Nos sirven para trabajar, para comunicarnos, para ubicarnos, para saber e investigar, para comprar y tomar decisiones. La vida se ha digitalizado.

¿Pero nos ha dado la tecnología más felicidad? ¿La hiperconectividad y la hipercomunicación nos hace sentir más plenos?

Algunos científicos se hicieron estas preguntas y para contestarlas llevaron a cabo un estudio en el que participaron más de 1 millón de adolescentes en Estados Unidos.

¿El objetivo? Medir los niveles de satisfacción existencial o felicidad de los participantes.

Los investigadores sondearon a los adolescentes y encontraron que existe una correlación entre el bienestar y las actividades que realizan cotidianamente los jóvenes.

Los resultados fueron sorprendentes: “Los adolescentes que pasan más tiempo con sus amigos conviviendo en persona, haciendo ejercicio, realizando actividades, participando en servicios religiosos, leyendo o incluso haciendo tarea son más felices que aquellos que pasan más tiempo en Internet, jugando en la computadora, en las redes sociales, texteando o viendo TV.”

  • Concluyen los investigadores que pasar mucho tiempo con pantallas se vincula con un sentimiento de infelicidad.
  • Los jóvenes que pasan más de 5 horas al día frente a pantallas tienden a ser dos veces más infelices que los que sólo pasan 1.

Los investigadores notaron que el 2012, la fecha desde la cual se registra una caída en la felicidad de los participantes, coincide con el año en el que los Smartphone adquirieron una popularidad global. Parecería que la llegada de este ingenioso dispositivo trajo un aumento de la infelicidad. A partir de los Smartphones todos empezaron a tener un acceso permanente a Internet, las Apps, los juegos y las redes sociales. Y el enorme atractivo que esto provoca hizo que se descuidaran otros aspectos de la vida.

Es ésta una de las hipótesis que manejan los investigadores

Jean Twenge, una de las autoras del estudio, lo explica de esta manera: “Efectivamente, la felicidad de los adolescentes de repente se desplomó después de 2012 (el año en que la mayoría de los estadounidenses poseían teléfonos inteligentes). También lo hizo la autoestima de los adolescentes y su satisfacción con sus vidas, especialmente su satisfacción con sus amigos, la cantidad de diversión que estaban teniendo y sus vidas en general”.

Y, refiriéndose al estudio que realizaron, profundiza, “cada actividad que no involucraba una pantalla estaba vinculada a más felicidad, y cada actividad que involucraba una pantalla estaba vinculada a menos felicidad. Las diferencias fueron considerables: los adolescentes que pasaban más de cinco horas al día en línea tenían el doble de probabilidades de estar descontentos que los que pasaban menos de una hora al día.”

Y agrega: “En un experimento, las personas que fueron asignadas aleatoriamente a renunciar a Facebook durante una semana terminaron más felices, menos solos y menos deprimidos que aquellos que continuaron usando Facebook. En otro estudio, los adultos jóvenes obligados a renunciar a Facebook por sus trabajos fueron más felices que aquellos que mantuvieron sus cuentas”.

Por supuesto son muchos los beneficios de la tecnología, y ni siquiera es imaginable un mundo sin ella. Se trata de no quedar atrapado en las redes y de poder seguir interactuando con el mundo real. En este sentido, el estudio notó que las personas más felices no eran las que no usaban nada de medios digitales, sino los que los utilizaban poco.

Según esta experta: “La respuesta, entonces, no es renunciar por completo a la tecnología. En cambio, la solución es: haga todo con moderación. Use su teléfono para todas las cosas interesantes. Y luego, déjelo y vaya a hacer otra cosa.


¿De qué nos arrepentimos?

Bronnie Ware una enfermera que trabajó muchos años cuidando a  enfermos terminales, reunió en un libro la lista de los cinco principales arrepentimientos que tiene la gente antes de morir.

El libro que escribió esta enfermera australiana se llama “Los 5 principales remordimientos de los moribundos” (The Top Five Regrets of the Dying) y en él recopila parte de las experiencias que tuvo durante sus años de trabajo en cuidados paliativos.

Los pacientes a los que Bornnie Ware asistía, eran personas que habían sido desahuciadas y esperaban en cualquier momento la muerte. Durante este proceso la enfermera conversó con ellos, escuchó sus confesiones, sus miedos y, especialmente, sus arrepentimientos.

Estas confesiones, dijo Bronnie Ware, la ayudaron a transformar su vida. 

Ese período en el que la persona sabe que su vida va llegando a un final es un período de reflexión y de balance. Y en este proceso aparecen los arrepentimientos.

"Encontré una lista grande de arrepentimientos, pero en el libro traté de centrarme en los cinco más comunes" explicó la autora en una entrevista realizada por la BBC.

Pasaron ya varios años desde la publicación de este libro. Sin embargo, las experiencias que en el libro se relatan aún siguen dando temas para reflexionar. 

Según la definición del diccionario el arrepentimiento es el pesar que una persona siente por algo que ha hecho, dicho o dejado de hacer.

Es decir, el arrepentimiento surge por lo que se ha hecho y también, en la mayor parte de los casos, por lo que no se ha hecho. 

Bronnie Ware afirma que el principal arrepentimiento de mucha gente es: “ojalá hubiera tenido la valentía de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera”. Y agrega: "Cuando la gente se da cuenta de que su vida está casi terminada y mira hacia atrás con lucidez, es fácil ver cuántos sueños quedaron truncados. La mayoría no ha realizado ni siquiera la mitad de ellos y debe morir sabiendo que se debe a las elecciones que ha hecho o que no ha hecho".

Dice Bronnie Ware: otro arrepentimiento común es “ojalá no hubiera trabajado tanto”, porque eso, decían los pacientes, los había hecho perder el equilibrio y como resultado habían perdido muchas cosas en su vida". Según la autora muchas personas se arrepienten por no haber pasado más tiempo con sus hijos y con su familia, por haber priorizado el trabajo. 

Así mismo Ware sostiene en su libro que "muchas personas han quedado tan atrapadas en sus propias vidas que han dejado amistades de oro perderse a través de los años". Y agrega: "vi un muy profundo remordimiento por no haber brindado a esas amistades el tiempo y el esfuerzo que merecían. Todos extrañan a sus amigos cuando se están muriendo".

De este modo, la autora narra y detalla las causas de los arrepentimientos más frecuentes en las personas que ven acercarse el final de sus vidas.

Con respecto a la expresión de los sentimientos explica: "Mucha gente reprime sus sentimientos para mantenerse en paz con los demás. Como resultado de esto, se instalan en una existencia mediocre y nunca llegan a convertirse en lo que verdaderamente son capaces de ser. Muchos desarrollan enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento que arrastran por este motivo".

Así, vamos entendiendo, que la mayor parte de las personas con las que trabajó  Bronnie Ware se arrepintieron por cuestiones que hacen al bienestar emocional. Es decir, se arrepintieron por no haber valorado ni puesto en primer plano los sentimientos, la singularidad de cada uno, los sueños, los afectos, los amigos, la familia y el bienestar emocional. Muchos de ellos percibieron que el tiempo que no le dedicaron a estos asuntos fue un tiempo perdido. Y todo este mundo emocional no valorado durante la vida se convirtió en una fuente de dolor y de arrepentimiento en el último tramo de la existencia. 

La lectura de estas experiencias nos permite preguntarnos ¿de qué nos arrepentiremos a la hora del final? Y la respuesta a esta pregunta puede reorganizar nuestra vida de tal modo que podamos sentirnos orgullosos de nuestros actos y de nuestras decisiones, en vez de penar por lo que dejamos de hacer y de valorar. 

Los cinco grandes arrepentimientos según Bronnie Ware

  1. Ojalá hubiera tenido la valentía de hacer lo que realmente quería hacer y no lo que los otros esperaban que hiciera.
  2. Ojalá no hubiera trabajado tanto.
  3. Hubiera deseado tener la valentía de expresar mis sentimientos.
  4. Lamento no haberme mantenido en contacto con mis amigos.
  5. Desearía haberme permitido ser más feliz.


¿Existen las personas tóxicas?

Tóxico es aquello que nos hace mal. Puede tratarse de una comida, una conducta, un trabajo, un pensamiento o cualquier actividad o relación que nos haga mal.

Cuando hablamos de personas tóxicas hablamos de personas con las que establecemos relaciones que nos hacen sentir mal. Esto puede ocurrir en cualquier área de nuestra vida. En el trabajo con algún compañero o con el jefe, en la vida personal con una pareja, con familiares o amigos.

Es importante saber que construir relaciones es un aspecto fundamental de la vida. Las relaciones afectivas, ya sean familiares, de amistad o de pareja, deberían ser una  fuente de bienestar. Se supone que nuestros seres queridos nos brindan el apoyo que necesitamos en los momentos difíciles y nos regalan alegría al compartir con nosotros los momentos de relax, diversión o entretenimiento.

Los especialistas sostienen que las relaciones personales son fundamentales para el bienestar. De hecho, muchos estudios afirman que la presencia de vínculos sólidos y significativos en la vida de un individuo marca la diferencia entre la salud y la enfermedad, la felicidad o la infelicidad.

Un extenso estudio realizado entre los inmigrantes italianos en Estados Unidos  demostró que, si bien su dieta y su estilo de vida no eran saludables, su salud cardíaca era mucho mejor que la de otras personas en condiciones similares. Este hecho llamó la atención de los investigadores y, al preguntarse por las causas de este fenómeno, la investigadora Lissa Rankin encontró que dicho bienestar se debía a los lazos estrechos que sostenían los miembros de la comunidad italoamericana.

Este estudio demostró la importancia que tienen las relaciones afectivas no solo en el bienestar emocional sino también en la salud general de la persona.

Sin embargo, esto no siempre es así. Hay ocasiones en que las relaciones no nos aportan nada positivo, al contrario, se convierten en una fuente de estrés y sufrimiento. Y este es el punto en el que una relación afectiva se convierte en tóxica, cuando en vez de proporcionarnos bienestar hace que la vida se convierta en un infierno.

Hay personas con las que establecemos relaciones tóxicas. ¿Por qué ocurre eso? Hay que tener bien en claro que las relaciones siempre son de a dos. Si bien hay personas que tienen características de mayor toxicidad, siempre depende de cómo cada uno se maneje con ellas.

Y, así como hay personas con características tóxicas hay otras que siempre se enganchan con ellas. Por eso siempre recomiendan los psicólogos ver las dos caras de la moneda. De un lado se encuentra la persona que hace sufrir y vuelve la vida imposible y del otro el que se engancha con ese modo de sufrimiento y no concibe terminar con esa relación que tanto lo afecta.

Entonces, ¿existen las personas tóxicas? Los especialistas afirman que si. Pero es importante recalcar que no se trata solo señalar a la persona tóxica, sino de no establecer relaciones que se vuelvan tóxicas. Y ese es el desafío personal de cada uno. Aprender a establecer relaciones positivas, que brinden bienestar en vez de malestar y tormento.

¿Qué es lo “tóxico” en una persona?
Muchas paginas dedicadas al tema han recopilado esta lista de 10 rasgos que permitirían reconocer a una persona que nos resulta tóxica.

  1. Después de estar en su compañía, te sientes fatigado o incluso exhausto, emocional o físicamente
  2. Te intimidan de alguna manera para conseguir lo que quieren
  3. Pueden recurrir al chantaje y la culpa para conseguir lo que quieren, poniendo en duda la cantidad o calidad de tu amor o tu amistad
  4. Son personas celosas o posesivas
  5. No aceptan un “no” como respuesta
  6. Se asumen frecuentemente como víctimas, sobre todo ante los problemas de su vida
  7. No suelen elogiar a los demás; cuando lo hacen, acompañan el elogio de algún comentario negativo
  8. No respetan los límites (de tus otras relaciones, de tu casa, de tus cosas, etc.)
  9. Hablan más de lo que deberían sobre otras personas, a veces compartiendo información que se confió en intimidad
  10. Tienen un ego insaciable: todo tiene que girar siempre en torno a estas personas, siempre tienen que tener la razón o sus ideas siempre tienen que prevalecer, etcétera.

 

No comments:

Post a Comment