30 de septiembre de 2025 |
Buenos días y bienvenidos a The World, un nuevo boletín sobre la actualidad internacional. Como suscriptor de El Times, recibirás cada mañana una versión traducida al español.
![]() | Por Katrin Bennhold |
Buenos días a todo el mundo. Hoy hablo con mi colega Damien Cave, autor de un excelente artículo sobre la represión mundial de la libertad de expresión, una tendencia que ahora también afecta a Estados Unidos. (Les arruino el final: Jimmy Kimmel ha vuelto. Pero la libertad de expresión no). Lee nuestra entrevista a continuación.
Además:
|
![]() |
Mark Abramson para The New York Times |
Una represión global de la libertad de expresión (que ahora incluye a EE. UU.)
El humor es peligroso para los autócratas.
Siete meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el ministro de Propaganda de Hitler puso fin a la carrera de cinco comediantes, al calificarlos de “descarados, impertinentes, arrogantes y sin tacto” y a sus seguidores de “escoria parasitaria”.
Su despido fue portada de The New York Times el 4 de febrero de 1939. El artículo explica qué fue lo que les metió en problemas. Los cómicos “caricaturizaban hábil pero inequívocamente los gestos, las poses y las características físicas de los líderes nacionalsocialistas”.
Este mes, el presentador estadounidense del programa nocturno de televisión Jimmy Kimmel fue suspendido y luego volvió al aire. Hablé con mi colega Damien Cave, quien ha escrito mucho sobre las crecientes restricciones a la libertad de expresión en todo el mundo, para que nos ayudara a situar lo que está ocurriendo en Estados Unidos en un contexto más amplio. (Recomiendo encarecidamente leer su artículo completo, en inglés).
Damien, ¿qué te parece la saga de Jimmy Kimmel?
Me recuerda a todos los demás países en los que los dirigentes han intentado silenciar la libre expresión, ya sea apoderándose de periódicos, cerrando canales de televisión o persiguiendo a humoristas. Durante la última década, la línea de tendencia se ha ido alejando de la libertad de expresión, ya sea en países autoritarios como Rusia o China, o en democracias que van en retroceso como Turquía y Hungría. El grado de represión difiere, pero el número de países que la ejercen va en aumento. Lo chocante es que Estados Unidos, y en concreto su gobierno, se encuentra ahora entre ellos.
¿Por qué el humor es tan peligroso para los autócratas?
Los líderes autoritarios suelen ser susceptibles e insisten en que se les considere grandiosos. Algunos estudiosos sostienen que la percepción de competencia es lo que mantiene a las dictaduras en su sitio y que a diferencia de la indignación o la protesta —que tratan de competir con el poder— la risa y la burla son totalmente despectivas, al insistir esencialmente en que “este tipo es un chiste”. En ese sentido, el humor es el arma definitiva.
¿Existe algún patrón en la forma en que los líderes autoritarios intentan reprimir la libertad de expresión?
A menudo comienza con una amplia crítica a los medios de comunicación. A continuación, se insinúa que algunas personas y publicaciones son, de alguna manera, enemigas del pueblo. Después, se pasa a la adquisición o control de empresas de medios de comunicación.
El objetivo es siempre crear una cámara de eco. Hoy en día, no se trata solo de controlar los periódicos y las cadenas de radio y televisión, sino también las redes sociales y las tecnologías del futuro, como la IA. Pero la lógica es la misma: controlar el espacio informativo y utilizarlo para imponer una nueva idea de lo que es normal o de “sentido común”. Todo forma parte del intento de lograr el dominio cultural y político.
¿Quién domina hoy este tipo de control?
Definitivamente, China tiene el sistema de control de la información de más alta tecnología. El modelo chino se basa en gran medida en la censura, la vigilancia y el control de internet. Ha puesto en práctica toda una serie de nuevas tecnologías para imponer normas sobre lo que se puede y no se puede decir más allá de la mera política: en videojuegos e incluso sobre cuestiones como la hombría.
![]() |
Vigilancia de multitudes en Pekín, en julio Qilai Shen para The New York Times |
Estados Unidos aún está lejos de ese tipo de escenario. Jimmy Kimmel vuelve a estar al aire, y las redes sociales siguen llenas de críticas a Donald Trump. ¿Qué importancia debemos darle?
No se trata solo de oradores individuales. A los expertos les preocupa que el presidente Trump ya haya sentado un precedente al intimidar a algunos propietarios de empresas de medios de comunicación para que se sometan. Ahora ha demostrado que es fácil conseguir que los dueños de medios obedezcan y silencien a los creadores, y mientras los líderes empresariales sientan que les interesa económicamente plegarse a las exigencias del presidente, seguirá existiendo una amenaza significativa.
EE. UU. ha tenido históricamente un compromiso maximalista con los derechos de libertad de expresión, al menos en teoría, al permitir un grado de expresión que otros países podrían restringir. Si se cuestiona el compromiso de EE. UU. con este tipo de libertad, ¿qué hace eso a otras democracias?
Legitima a todos los países con regímenes y dirigentes que han reprimido severamente la libertad de expresión y la disidencia. También anima a los líderes que aún no han ido en esa dirección a pensar: “Quizá debería poner más límites”.
Y eso incluye no solo a las democracias más débiles, sino también a las fuertes: crea un modelo de liderazgo que dice: “Estamos en una nueva era con nuevas normas, incluso en el país con la Primera Enmienda, con uno de los sistemas de libertad de expresión históricamente más sólidos”.
Sugiere que nos estamos acercando a un mundo en el que si tienes una crítica afilada contra alguien en el poder, quizá te lo pienses dos veces y te quedes callado.
No comments:
Post a Comment